La incertidumbre y el riesgo, aunque parezcan conceptos semejantes, no se pueden abordar de la misma forma, ya que presentan diferencias considerables de las cuales hablaremos a continuación.
El riesgo abarca factores que lo diferencian de la incertidumbre. Básicamente, el riesgo es la parte de la incertidumbre que es gestionada por la Gestión de Riesgos, mientras que la incertidumbre latente es la que continúa siendo desconocida. La parte gestionada de la incertidumbre es aquella que es susceptible de ser analizada.
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¿Qué es un riesgo para una empresa?
La actividad de toda empresa implica riesgos. Estos son parte de cualquier tipo de negocio y ayudan a poner ciertos límites. El riesgo, por lo tanto, es la incertidumbre generada durante el desarrollo de la actividad empresarial de una organización, y está definido por las circunstancias, sucesos o eventos adversos que impiden o dificultan el desarrollo de la actividad.
Riesgo e incertidumbre en una empresa: en qué se diferencian
Si queremos diferenciar estos dos términos de una forma sencilla, podemos decir que la principal diferencia es que la incertidumbre no es medible. No es posible evaluarla de forma completa; aunque sea sencillo realizar ciertas previsiones que resulten creíbles, sólo logramos una sensación falsa de certeza, con base en especulaciones.
Mientras tanto, en el riesgo sí se puede establecer de forma clara cuáles son todas las opciones e identificar cuáles son las probabilidades de cada una de ellas. Sin embargo, en muchos casos no resulta tan sencillo realizar un análisis tan minucioso, y cuando esto se hace imposible, es cuando nos enfrentamos a la incertidumbre.
¿Cómo enfrentar la incertidumbre?
Reducir toda la incertidumbre es inviable para el desarrollo de un proyecto, por los recursos que esto implicaría desde el punto de vista económico. No podemos eliminar la incertidumbre pero sí podemos tratar de inclinar la balanza a nuestro favor.
De esta forma, para afrontarla mejor, debemos tratar de ejercer influencia para que suceda lo que nos interesa, aun sin estar seguros de cuáles son las probabilidades de obtener el resultado que deseamos alcanzar. Es decir, no podemos afrontarla tratando de alcanzar un fin específico sino procurando mejorar las probabilidades de que algo suceda, algo sobre lo que no tenemos el control absoluto, pero que nos resulta favorable.
Para conocer qué parte de la incertidumbre constituye un riesgo para un proyecto se deben identificar las amenazas u oportunidades que genera, una probabilidad de ocurrencia y un impacto, en el caso de que suceda. Con la ayuda de la gestión de riesgos se pueden conocer las vulnerabilidades y oportunidades que esa parte de la incertidumbre ocasiona. La identificación de estos riesgos hace posible desarrollar planes de mitigación y contingencia.
Abordarla, entonces, genera costos elevados, por lo que las empresas trabajan en contenerla, no en eliminarla. Incurrir en altos niveles de inversión para mitigar la incertidumbre supone una baja tolerancia al riesgo, por lo que en cada proyecto se debe encontrar un nivel de riesgo aceptable, para disminuir los costos.
¿Por qué es más sencillo manejar el riesgo?
El riesgo resulta más cómodo de manejar porque es mensurable, permitiéndonos establecer expectativas claras de todos los posibles resultados y actuar con base en ello; así, aún cuando el resultado es incierto, sabemos a qué nos enfrentamos y conocemos todas las opciones. No basándonos en expectativas y especulaciones.
El riesgo resulta más manejable que la incertidumbre, aun cuando no está en nuestras manos el resultado. Sobre todo, teniendo en cuenta que la diferencia entre ambos conceptos no radica en si tenemos el control sobre el resultado, sino que se trata de saber si conocemos todas las opciones posibles y sus probabilidades, o no.
La importancia de evitar riesgos en una empresa
En toda empresa es importante implementar estrategias y planes de acción efectivos y realistas para la gestión de los riesgos, de forma que se pueda minimizar al máximo la posibilidad de que ocurran o mitigar sus consecuencias en caso de no poder evitarlos.
La imprevisibilidad es uno de los mayores peligros en una empresa en cuanto a los riesgos, por lo que su correcta y oportuna identificación es sumamente importante para determinar las posibilidades de que se materialicen y estimar los posibles daños económicos, operativos, etc., que puedan provocar. De esta forma, se podrán establecer las medidas adecuadas para gestionarlos.
Una de las formas más efectivas de identificar los riesgos es mediante una buena comunicación con los empleados, ya que son los que conocen de primera mano el trabajo diario y pueden estar familiarizados con los posibles problemas que necesiten un plan de acción adecuado, con acciones preventivas, protocolos, procedimientos, e inversiones necesarias en caso de incidencia.
Enfrentando los obstáculos de forma oportuna se aumentan las probabilidades de alcanzar los objetivos y de crear colaboradores comprometidos, impulsar la proactividad y mejorar la adaptación de la compañía al entorno social y económico en el que se desenvuelve.
Enfrentando los obstáculos de forma oportuna se aumentan las probabilidades de alcanzar los objetivos y de crear colaboradores comprometidos, impulsar la proactividad y mejorar la adaptación de la compañía al entorno social y económico en el que se desenvuelve. Además de que en estas situaciones de riesgo, los trabajadores se ven involucrados y afectados de manera directa o indirecta, generando en muchas ocasiones lesiones temporales, permanentes e incluso la muerte.
Conclusión
Los riesgos deben ser evaluados y revisados de forma periódica, permitiendo identificar nuevos factores asociados, cambios en la estrategia de la compañía, ajustes en los impactos derivados de la aplicación de controles o planes de acción resultantes de análisis anteriores, etc. Finalmente, podemos concluir que la Gestión de Riesgos solo puede abordar un subconjunto de los riesgos de un proyecto, y se trata de aquellos que han podido ser identificados y que cuentan con los recursos necesarios para su análisis, evaluación, mitigación y control.
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